Belleza arquitectónica
Historia mística
Este acontecimiento marcó el destino de la imagen, ya que se interpretó como una señal divina de que aquel era el lugar donde debía reposar y ser venerada. Desde entonces, la Basílica de Nuestra Señora de la Soledad se convirtió en un lugar de gran importancia religiosa y devoción, donde miles de fieles acuden para rendir homenaje y buscar consuelo en la Virgen de la Soledad.
Esta historia legendaria, llena de misterio y simbolismo, añade un elemento de intriga y fascinación a la historia de la Virgen de la Soledad. Su llegada a lomo de mula, el agotamiento de la mula en el preciso lugar donde se levanta la basílica, son elementos que han perpetuado la devoción y el misticismo en torno a esta imagen religiosa. Es un relato que ha sido transmitido de generación en generación, dejando una huella imborrable en la historia religiosa y cultural de la región.
La imagen que venía guardada en una caja de madera, junto con una figura de Cristo, cuando llegaron las autoridades, al abrir el contenedor en el que se encontraba la imagen, tomaron la decisión de protegerla y darle un lugar digno. Para ello, emprendieron la construcción de una majestuosa basílica de estilo barroco, cuyos trabajos comenzaron en 1682 bajo la supervisión del capellán Fernando Méndez. La construcción de esta basílica se extendió hasta 1689, y finalmente fue consagrada en el año 1697 por el obispo Isidro Sariñana y Cuenca.
El relato resalta la importancia que se le otorgó a la imagen y cómo se emprendieron los esfuerzos necesarios para brindarle un espacio adecuado para su adoración y veneración. La construcción de la basílica, en un estilo arquitectónico impresionante como el barroco, refleja el deseo de crear un lugar grandioso y significativo para albergar a la imagen.
La dedicación y el tiempo invertidos en la construcción de la basílica demuestran la importancia que se le atribuyó a la devoción hacia la imagen y el deseo de brindarle un hogar adecuado. La consagración por parte del obispo en 1697 marcó un hito en la historia de la basílica, consolidando su estatus como un lugar sagrado y de importancia religiosa en la región.
En conjunto, este relato nos transporta a un pasado lejano donde las autoridades locales reconocieron el valor de la imagen y se esforzaron por proporcionarle un espacio digno a través de la construcción de la impresionante basílica, un monumento que perdura como símbolo de fe y devoción.
Basílica amada por los oaxaqueños
La historia de la Virgen de la Soledad es una narrativa que ha cautivado los corazones de los habitantes de Oaxaca a lo largo del tiempo. Con el paso de los años, la imagen dolorosa de la Virgen, con sus manos juntas en oración, ha logrado conquistar la devoción y la veneración de los fieles.
Uno de los aspectos que resalta en esta historia es la riqueza de las vestimentas de la Virgen. A medida que transcurren los años, los propios fieles se han encargado de confeccionar trajes y ropajes para la imagen, realzando su belleza y otorgándole un carácter único. Estos vestidos son un testimonio tangible de la fe y el amor que los oaxaqueños sienten por la Virgen de la Soledad.
Un momento destacado en la historia de la Virgen de la Soledad fue su coronación pontificia el 18 de enero de 1904. Este evento marcó un hito significativo en la relación entre los fieles y la imagen sagrada, fortaleciendo aún más su posición como un símbolo de fe y esperanza en la región.
La importancia del santuario donde se encuentra la Virgen también ha ido en aumento. En 1960, se le otorgó el estatus de Basílica, otorgándole una mayor relevancia en el ámbito religioso. Este reconocimiento reafirmó la importancia de la Virgen de la Soledad como una figura central en la vida espiritual de la comunidad.
Un momento de gran emoción se vivió en 1979, cuando el Papa Juan Pablo II visitó el santuario de la Virgen de la Soledad. Esta visita papal fue un hito trascendental para los oaxaqueños, quienes se sintieron honrados y bendecidos con la presencia del Santo Padre en su tierra, reafirmando la devoción y el amor que profesan a su amada Virgen.
Belleza cultural
La Basílica de Nuestra Señora de la Soledad es una joya arquitectónica que cautiva a todos aquellos que la visitan. Su diseño presenta una planta en forma de cruz latina y está construida principalmente con cantera verde y amarilla, lo que le confiere una apariencia elegante y distintiva.
La fachada de la basílica es un magnífico biombo compuesto por tres cuerpos y un frontón superior. En el primer cuerpo, se destaca un arco de medio punto flanqueado por columnas de capitel dórico. Además, en los dos primeros niveles se encuentran nichos que albergan esculturas de importantes figuras religiosas como san Pedro, san Pablo, san Agustín y santa Rosa de Lima, la primera santa de América.
En el segundo nivel de la fachada, se aprecia un relieve que representa a la Virgen María en su sufrimiento, arrodillada al pie de la Santa Cruz. En el fondo se puede vislumbrar un esbozo de la ciudad de Jerusalén, evocando el contexto histórico y religioso en el que tuvo lugar la crucifixión de Jesús. Además, en los costados de este nivel se encuentran las esculturas de dos arcángeles, agregando un toque celestial a la composición.
En el tercer cuerpo de la fachada, se representa el momento de la Anunciación, con la figura del arcángel Gabriel. A los costados se encuentran las esculturas de san Nicolás de Bari y san Nicolás Tolentino, destacados santos de la tradición católica. En la parte superior de la fachada se encuentra la representación de la Asunción de la Virgen María al cielo, un evento de gran importancia en la fe cristiana.
La basílica también cuenta con elementos estructurales cuidadosamente diseñados para resistir los movimientos sísmicos de la zona. Dispone de dos bóvedas de cañón y una cúpula ochavada recubierta de finos azulejos, lo que realza su belleza y contribuye a su solidez.
Sin duda es un destino imperdible para aquellos que buscan sumergirse en la belleza y la devoción de la fe católica.